Prólogo: El tiempo en los Reinos de Arekhar
El tiempo, tal y como lo medimos —días, meses, estaciones, años— no es algo impuesto en Arekhar por el paso de los astros o por un calendario natural convencional. Ese orden cronológico tiene como origen a los Guardianes del Tiempo, entidades poderosas y eternas cuya influencia determina la continuidad de nuestra existencia.
Kutzakel y la dinámica del tiempo dimensional
Kutzakel, el más grande de los Guardianes, no solo mide el tiempo: lo gobierna en su origen dimencial. Posee la capacidad de viajar al pasado, adelantarse al futuro e incluso manipular realidades paralelas para ajustar el curso de los acontecimientos según su voluntad. Esta facultad lo coloca muy por encima de un simple “dios del calendario”; es el tejedor que sostiene la herramienta que mantiene la coherencia de nuestra dimensión.
La astrología, los astros y lo divino
Para los pueblos de Arekhar, observar el cielo no era únicamente una cuestión científica: las estrellas eran presagios, señales divinas, una forma de conectar lo humano con lo trascendente. En ese contexto, alguien necesitaba “personificar” ese orden invisible del tiempo. Y fue así que la figura de Memron, el Guardián vengativo, se convirtió en el referente temporal: el impulsor que dio nombre y propósito a nuestras estaciones y años.
La Naturaleza Universal: la guerra como motor del tiempo
Desde los albores de Arekhar, el conflicto y la confrontación han marcado el pulso de la historia:
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Los primeros Arekhi se alzaron unos contra otros, motivados por su propio deseo de supervivencia, odio y superioridad.
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Orwhn libró una batalla apocalíptica contra sus hermanos, culminando en su derrota.
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Los Guardianes crearon especies que desataron rivalidades inmortales:
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Tribak trajo belleza y armonía;
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Memron respondió con violencia y caos;
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Kragna plagó el mundo con engaño y destrucción.
Este relato traza un patrón claro: en Arekhar, el conflicto no es una excepción, sino el motor universal que impulsa la creación, el destino y el paso del tiempo.
Memron, Uishvajhy y la creación del tiempo cronológico
No contamos con registros escritos originales, sino con la tradición oral: canciones, relatos y leyendas que han variado según quién los narre. Esa evolución narrativa fue la que dotó a Memron de rasgos humanos: furia, sed de venganza y motivaciones imperfectas. Del mismo modo, Uishvajhy, divinidad nómada y pacífica, adquirió una imagen más suave y libre.
La relación simbólica entre Memron, el cazador, y Uishvajhy, la presa —bajo la mirada de Tribak, el observador— dio forma al tiempo cronológico de Arekhar. Así se creó un ciclo natural en el que:
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La intensidad de la cacería simboliza el avance del año,
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La pausa, los climas intermedios,
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Y la continuidad refleja la eterna competencia entre los seres y las estaciones.
Conclusión: tiempo, mito y calendario
Este prólogo nos sitúa frente a un hecho ineludible: en Arekhar, el paso del tiempo no es neutral ni mecánico. Está cargado de mito, de conflicto y de historias. Cada año que medimos no solo cuenta los astros, sino que recuerda la venganza de Memron, la paciencia de Uishvajhy y el eterno movimiento de los Guardianes.
Esta es una visión general y verosímil del tiempo mitológico en Arekhar. Sabemos que existen versiones alternativas y teorías más filosóficas o científicas, pero este relato es el que ha perdurado en la tradición popular, como piedra angular de nuestro calendario y narrativas.